jueves, 24 de noviembre de 2011

Cuidado, huele mal.




Aquella noche de aquel 20 de noviembre llovía mierda en el cielo, era un cielo marrón. Es lo que tiene la mierda, un marrón con pantone propio. Oler, olía. Vamos si olía. La mayoría de la civilización Caca estaba ansiosa por mojarse en aquel diluvio que se avecinaba gota tras gota. La mierda, mierda se queda. Y allí se quedaron todos como moscas a la espera de saber cuánto excremento iba a caer. ¡Mierda para todos!, gritaron los más entusiastas. ¡Menudo mojón! decían los menos optimistas. Y por último, los más indignados, sólo pudieron añadir: ha vuelto a ocurrir, ¡mierda!.