miércoles, 2 de junio de 2010

Marramiau




Mi hermano me explicó una historia. No es una historia cualquiera, porque mi hermano, como aquel dice, no es muy cualquiera. Dice que un día caminando por la calle habló con un gato. Se ve que el simpático felino le pidió ayuda para subirse a lo alto de un árbol. Resulta que había quedado con una gatita y quería esperarle desde arriba, desde donde suelen esperar los gatos a sus citas. Decía que estaba a expensas de su séptima vida y le quedaban pocas fuerzas para subir. Mi hermano me explicó que el gato prefería reservar sus últimas fuerzas. Vamos, que prefería malgastarlas bailando con la gatita (ya me entendéis). Así que lo aupó hasta lo alto del árbol. El tema es que cuando llegó la gatita, resultó ser su dueña. Y el que acabó malgastando las últimas fuerzas con ella, fue mi hermano. Ya os advertí que mi hermano, como aquel que dice, no es muy cualquiera.