martes, 22 de junio de 2010

Entre caballeros



Hoy he ido a un bar, un bar cualquiera escogido por el azar de mis pies. Al entrar no lo he pensado dos veces, me he sentado en la mesa de los más veteranos, un grupo de jubilados y he compartido con ellos opiniones, cervezas, bravas, risas, quejas y un par de rondas de chupitos. El partido de fútbol rugía de fondo y yo seguía ajeno al resto de miradas que me observaban con cierta incredulidad. A mí me daba igual, porque no puedo evitar sentarme con personajes, con ellos me siento como en casa. No sé, me impresiona la capacidad de la gente mayor en disimular que llevan doce cervezas de más, su sentido del humor, sus carcajadas con ataques de tos, sus “te lo digo yo”. Es más, en un gesto impulsivo, he pagado la cuenta entera – pero, niño, ¿qué haces? – me ha recriminado el más viejo de todos -. Poner mi granito de pensión en vuestros corazones, nada más – se me ha ocurrido responder -. Y todos se han sacado el sombrero, y yo, una deuda pendiente con ellos.