jueves, 6 de mayo de 2010

Inquilinou



Al cambiarte de casa cambias de lugar, parece una obviedad, pero no lo es. Me explico. Hoy estreno habitación con la misma cama viscoelástica, con los mismos muebles cojos de Ikea, con aquellas luces mudas y almohadas sordas que escuchan a mis cables cruzados y a mis tornillos perdidos enredados con los objetos que siempre me llevo conmigo, no sé muy bien por qué. Sin embargo, tengo la sensación de que en esta habitación nueva, todos somos nuevos también. Lo digo porque las paredes me están señalando con el dedo, incluso puedo oír cómo se dicen entre ellas – podían haber traído a uno más guapo. Y yo, que soy muy tímido, no puedo evitar que se me encojan los hombros mientras pienso - es lo que tenemos los nuevos, que nunca gustamos el primer día.