jueves, 1 de abril de 2010

¡Buh!





Hoy queda exactamente un mes para que abandone mi guarida. Una cueva muy pequeña que ha cobijado mis ronquidos desde hace un año y medio. Las cuatro paredes que aparte de aguantar mi techo, me aguantaban a mí y a mis sueños de poeta facilón. Mi habitación.

Las cosas son así, un día estás aquí, y al otro tienes que despedirte. Y eso cuesta, joder si cuesta. Por suerte o por desgracia, yo trabajé con un hombre famoso que siempre me decía “crecer es aprender a despedirse” Cuando me despedí de aquel trabajo y de él, le dije - adiós, me voy, quiero aprender a crecer. Y crecí, vamos si crecí. Ahora que tengo que despedirme de nuevo, vuelvo a experimentar lo mismo. Vuelvo a sentir el susto de la libertad.