lunes, 22 de marzo de 2010

Houston, tenemos una pena



Noche, poco me importan tus ganas de ver el sol. Llévame contigo a adivinar los antojos de la madrugada. Porque tú sabes de eso. Porque tú sabes a lo que saben las nubes negras y los cristales tintados repletos de estrellas, allí donde se escriben las constelaciones. Explícamelas, cuéntame su historia para que me estrelle con ellas a la velocidad de la luz, hasta pasarme horas sabáticas dando vueltas al universo. Y así aprender a echar de menos a este planeta, al que a veces no me queda más remedio que  llamarlo yo.