jueves, 7 de enero de 2010

Don nadie





Entró en el local con su semblante erecto y con los ojos lamiendo la barra. Más allá de las copas vacías estaba su víctima, se acercó a paso de mafioso y, en el abismo de su oreja, susurró – lo más fácil es hacer ver que no me has visto, pero nunca podrás evitar que aparezca cuando dudas. 


El tipo cerró su puño apretándolo con el dedo pulgar, asegurándose que no se le escapasen los dedos al mismo ritmo que se le escapaba la vida. Al levantarse le contestó – yo puedo dudar constantemente, pero una cosa tengo muy clara, hay una cosa que no me cabe duda. Miedo, eres un don nadie.