miércoles, 2 de diciembre de 2009

La guarra urbana.





Ella era una chica. Bueno, no. Era una mujer. Pero muy menuda. Sí, menuda mujer era. No me mal interpreten, por favor. Ella era de aquellas mujeres que valen la pena, porque era una pena perderla de vista, claro. Joder, me estoy liando. Vuelvo a empezar, disculpen es que me tiembla el pulso cuando pienso en ella.


Pues eso, ella era una chica muy bonita, delgada, fina y segura y con alas. Vamos que era como una compresa de última generación, pues absorbía toda la atención masculina del local, con el mismo efecto que ejercen las luces de las tragaperras a los ojos de un ludópata.

Lo peor es que de tanto mirarla se me acercó – chico, si te has pensado que soy la típica puta que sólo de mirarla un rato ya triqui triqui in the night, lo llevas claro. A lo que yo contesté - cariño, ya sé que tú no eres ninguna puta. Pero tienes que saber que yo soy la guarra urbana.