jueves, 22 de octubre de 2009

Zumo de luna







El amor cuando sale de fiesta es como las niñas pijas, se maquilla para enamorarte a primera vista, pero luego al desnudarse amanece con su verdad. Y esa verdad tiene luz de día, luz del sol que entra por la ventana. Y es entonces cuando los te quiero, se transforman en te quiero fuera de mi cama, mejor dicho fuera de mi vida. Y la vida tiene eso, engaños y verdades cogidos de la mano. Mentiras y verdades cosidas de un mismo patrón que se sirven, quieras o no, en el mismo menú y acabas comiéndotelas con el primero o segundo plato. El postre viene a ser aquello que un día te pasó y todavía no has asimilado, aquellos pequeños detalles que tiene el destino para hacerte sentir especial por un día, y si tienes suerte, durante algunas semanas.


Pero un día llegas y te enfadas. Te enfadas contigo, con ellos, consigo, con mi, me, con él, con ella y con todas las personas del singular y plural. Y conjugas todos los insultos en todas las terminaciones en la primera, en la segunda y en la tercera. Al llegar a la tercera, respiras. Una vez tienes aire, marcas en el teléfono el número de algún amigo tuyo y te vas de fiesta. A emborracharte de zumo de luna, a enamorarte de alguna niña pija y, a la mañana siguiente amaneces como siempre, con la resaca haciéndote cosquillas en los pies.